miércoles, 18 de febrero de 2009

Englaro: politizar la muerte

Beppino se equivocó. Ser decente donde priva la indecencia es incorrecto. Apegarse a la ley, como lo hizo durante 11 años, de poco sirvió. Demasiado tarde llegó el final para su querida hija.
19-02-2009 - No existe en la historia de la humanidad un caso como el de la familia Englaro. No existe en los anales de la historia médica moderna una situación tan desalentadora y tan devastadora como el de Eluana Englaro. No existe en la historia de la política moderna un caso como el suscitado por Silvio Berlusconi en contra de Beppino Englaro, padre de Eluana. No había alzado su voz con tanta vehemencia la Santa Sede para mostrar su inconformidad contra la voluntad de un padre amoroso y gallardo que llevaba 11 años intentando acabar, por medio de vías legales, con la prolongada muerte de su hija, iniciada en 1992.Ese año, es decir, hace 17 años, Eluana se accidentó. Sufrió trauma craneoencefálico y lesiones en las vértebras cervicales que devino estado vegetativo persistente. Desde esa fecha, el padre, a quien la prensa retrata como una persona íntegra, correcta y valiente, había solicitado, en nombre de la dignidad y de las voces que unían a la hija y a sus progenitores, que se le permitiese morir. Desde entonces, y hasta el pasado 9 de febrero, fecha en que Eluana dejó de seguir falleciendo para morir para siempre, transcurrieron 6 mil 240 días. Seis mil doscientos cuarenta días.Aunque las religiones siempre han buscado politizar la muerte, es infrecuente que políticos de alta envergadura utilicen a seres humanos desahuciados para vender sus ideas y ganar adeptos. Lo hizo George W. Bush con Marie Theresa Schiavo en 2005. Ahora lo emuló Silvio Berlusconi con Eluana. La primera llevaba 15 años en estado vegetativo persistente, y la segunda, 17. En ambos casos se politizó la muerte. En ambas situaciones se confabularon políticos y religiosos: contra la voluntad del ex esposo en el affaire Schiavo y contra los deseos de los padres de Eluana.El caso italiano es más dramático. El apego y el amor familiar fueron el motor de la decisión de los padres. Berlusconi, contra los Englaro –arropado por la fe de algunos religiosos que no alcanzan a diferenciar entre dogmas de papel y sufrimiento humano, y que usan artilugios decimonónicos para hablar de autonomía y de dignidad–, buscó humanizar una vida que ya no era vida y que demolía la existencia de los padres. La intención era obvia: mostrarse ante el Vaticano y ante sus seguidores religiosos como buen ser humano decidido a defender a una persona que ya no era persona. En el diccionario Berlusconi la palabra empatía no existe.Ni Bush ni Berlusconi pasarán a la historia como individuos que defendieron los derechos humanos o que actuaron bajo códigos éticos estrictos. Ambos serán juzgados por sus acciones y por ejercer doble moral. A ninguno de los dos, sobre todo al mandatario italiano, le ha parecido importante poner en riesgo el estado de derecho ni burlarse del tribunal supremo de su nación.La prepotencia de Berlusconi desoyó la razón y el dolor. Incapaz de visitar a Eluana como se lo había pedido el padre, aseguró que la enferma aún tenía posibilidades de recuperarse e incluso de reproducirse. Incapaz de comprender que la libertad es un derecho inviolable y que la tecnología médica no debe estar al servicio ni de la muerte, ni de la política ni de la religión, utilizó su poder en connivencia con el Vaticano para arremeter contra la dignidad y la cordura de Beppino, quien ha sido acusado de asesinato por los seguidores del binomio Berlusconi-Vaticano. Insensatez demoniaca. Estulticia nauseabunda.Beppino se equivocó. Ser decente donde priva la indecencia es incorrecto. Apegarse a la ley, como lo hizo durante 11 años, de poco sirvió. Demasiado tarde llegó el final para su querida hija. Demasiado sufrimiento inútil. Beppino quiso seguir las reglas y no buscó otras vías para lograr su propósito: poner fin a la existencia de su hija para dignificar lo que su familia deseaba. Beppino no supo de Rudy Linares.Samuel era el tercer hijo de Rudy y Tamara Linares, familia afincada en 1988 en Chicago. Ese año, cuando Samuel tenía siete meses de edad, tragó una pelota que se atoró en la tráquea y le impidió respirar. Llegó al hospital en estado de coma y con daño cerebral irreversible por la falta de oxigenación. Fue intubado y apoyado por un ventilador durante ocho meses. Su condición no mejoró. Los padres solicitaron que se le permitiese morir. El hospital denegó la petición. En una ocasión Rudy desconectó el ventilador, pero el personal del hospital lo reconectó rápidamente. Meses después el padre entró a la unidad de terapia intensiva con una pistola. Apuntó hacia el personal y advirtió que no dañaría a nadie a menos que se entrometieran. Desconectó a su bebé y lo abrazó. Treinta minutos después falleció Samuel. La policía aguardaba cerca de la cama. Rudy, llorando, con su bebé en brazos, se entregó. Aunque inicialmente se le acusó de homicidio, el juez lo exculpó.La vida y la dignidad de los seres laicos poco tienen que ver con lo que piensan los políticos y los religiosos. La muerte es parte de la vida. La vida es de uno y de los seres que nos quieren. Vivir es un derecho, no una obligación. La voluntad no puede ser secuestrada. El caso Englaro fue una sinfonía del horror.
Arnoldo Kraus

lunes, 16 de febrero de 2009

CULTURA JUDIA

La cultura judía –de la cual la religión judía ha sido hasta ahora parte esencial– ha marcado como pocas los mayores logros de la evolución civilizatoria. Ese aporte es medular porque universal; lo extraordinario de lo judío es su universalidad. La única cultura –no pueblo, ni mucho menos etnia; esto último se ha perdido en la noche del tiempo– que se ha asentado en casi toda la Tierra, sin un centro, como el universo mismo, hasta la creación del Estado de Israel en 1948. Una errancia planetaria de dos mil años desde la destrucción de Jerusalén y del segundo templo por el Imperio Romano en el 70 d.C. y una desértica errancia anterior definieron su particular otredad y su importancia.¿De dónde entonces el odio inaudito que los judíos han provocado en casi todas partes y casi toda época? ¿De dónde el antisemitismo? “Término en cierto modo absurdo, puesto que surge en el seno del islam”, apunta George Steiner (1), quien luego de enumerar los abrumadores aportes filosóficos, políticos, productivos, artísticos, científicos de los judíos en la historia, despliega una brillante hipótesis sobre el origen del antisemitismo.Para Steiner los judíos serían los culpables de introducir leyes, reglas, normas éticas, contrarias a la naturaleza humana: “Tres veces en la historia occidental los judíos han luchado por presentar ante la conciencia humana el concepto del Dios único y las consecuencias morales y normativas de ese concepto (…). Los dictados morales surgidos del monoteísmo (...) profético del Sinaí son sumamente rígidos. La prohibición de matar, de cometer adulterio, de codiciar, de fabricar imágenes, por inocentes que sean, de comerciar con los dioses domésticos, con los espíritus tutelares, con los santos, es, en sí misma, indicio de una exigencia aún mayor. Implica la transformación del hombre corriente. Debemos disciplinar el alma y la carne, hasta tornarlas perfectas. Debemos crecer más allá de nuestra propia sombra. (…) Ni un ápice de nuestra complacencia natural, de nuestra libido, de nuestra falta de atención, de nuestra mediocridad y sensualidad escapa a los dictados morales y legales. (…) El ‘conviértete en lo que eres’ de Nietzsche, es la antítesis del mandamiento del Sinaí. ‘Deja de ser lo que eres, aquello en que la biología y las circunstancias te han convertido. Conviértete, aun a costa de un terrible precio de abnegación, en lo que podrías ser’. Eso es lo que ordena el Dios de Moisés, de Amós, de Jeremías”.El segundo de los “tres momentos de imposición trascendente que el judaísmo le impone al hombre” es para Steiner el del Sermón de la Montaña. Siendo el mensaje del judío Jesús “un compendio de órdenes minuciosamente estudiadas de la Torá, de los salmos y de los profetas (…) el rabino-prodigio y salvador de la fe de Galilea llega más lejos. Exige a los hombres y a las mujeres un altruismo, un dominio de sí mismos, ‘antinatural’, contrario a los instintos, ante todo aquel que nos injurie u ofenda. (…) Debemos además compartir o regalar nuestras posesiones terrenales, convertirnos en mendigos, si es necesario, en beneficio de los desposeídos (…). La petición de Jesús de que ofrezcamos la otra mejilla, de que perdonemos a nuestros enemigos y perseguidores, de que aprendamos a amarlos, es casi inconcebiblemente contraria a la esencia humana. (…) La víctima debe amar a su verdugo. Una proposición monstruosa. Pero una luz surgida de lo insondable. ¿Cómo pueden cumplir semejante precepto los hombres y las mujeres mortales?”.La tercera “llamada a la puerta –prosigue Steiner– es la del socialismo utópico, principalmente en su vertiente marxista. Junto con el cristianismo, el marxismo es otra de las herejías primordiales del judaísmo. La aportación teórica, práctica y personal de los judíos al socialismo radical y al comunismo pre-estalinista es claramente desproporcionada: véase cuántos de ellos figuraban entre los primeros mencheviques y bolcheviques o entre los miembros de la izquierda utópica y de los movimientos revolucionarios en toda Europa central. El marxismo seculariza, convierte a ‘este mundo’ en una tierra donde prevalece la lógica mesiánica de la justicia social, la del Edén abundante para todos, la de la paz. En sus famosas notas manuscritas de 1840, Marx, tan rabínico en su alboroto y en sus promesas, predica un orden en el que la moneda de cambio deje de ser la del lucro y las posesiones: ‘el amor se cambiará por amor, la confianza, por confianza’, dice. Es, literalmente, la visión de Adán y de los Profetas; es la visión del Galileo. La gran furia desatada en contra de la desigualdad social, en contra de la estéril crueldad de la riqueza, en contra de la hambruna y la misère innecesarias que aguijonea a Karl Marx, es precisamente la de Amós (…). En su forma más pura, tal como se plasmó en algunos de los kibbutzim socialistas y comunistas del primer sionismo, no existe la propiedad privada. A cada cual según sus necesidades. Los niños son atendidos por toda la comunidad. Pero aunque atenúa tales absolutos, el marxismo exige una subversión total de las prioridades de la intimidad, de la adquisición, del egoísmo. (…) En el núcleo de cualquier programa socialista o comunista consistente hay una mística del altruismo, de la maduración humana, hasta alcanzar la generosidad. (…) En tres ocasiones, el judaísmo ha situado a la civilización occidental frente al chantaje de lo ideal. (…) Tres veces, como un vigilante enloquecido en plena noche (Freud incluso sacó a los hombres del sueño inocente), le ha gritado a la especie humana que se transforme en humanidad plena, que reniegue de su ego, de sus apetitos innatos, de su tendencia al libertinaje y al capricho. En nombre del inefable Dios del Sinaí; del amor incondicional hacia el enemigo; en aras de la justicia social y la igualdad económica. Estas demandas son, en su reivindicación de perfección, irrefutables. (…) Los ideales de Moisés, de Jesús y de Marx martillean en la psique de L’homme moyen sensuel que intenta continuar con su imperfecta existencia. Creo que esta presión engendra odio (…). Nada resulta más insoportable que el hecho de que se nos recuerde recurrentemente, se diría que perpetuamente, lo que deberíamos ser y, de un modo tan evidente, no somos (…). Confieso no encontrar mejor explicación para la persistencia del antisemitismo más o menos mundialmente extendido después del Holocausto (…) Hitler lo expresó sin ambages: ‘El judío ha inventado la conciencia’. Después de eso, ¿cabe mayor afrenta?”.

lunes, 2 de febrero de 2009

El cerebro que nos aborrega

Cuando nuestra conducta difiere de la mayoría, las neuronas envían una señal.
Este proceso culmina con un cambio de comportamiento para igualarnos al resto

CRISTINA DE MARTOS
Adónde va Vicente... Conocido es el dicho y conocida también la tendencia de los grupos y las sociedades a la homogeneización. La presión social es capaz de cambiar y moldear las decisiones de los individuos, que obtienen cierta recompensa cuando sus acciones se parecen a las de la mayoría. Un trabajo publicado en la revista 'Neuron' describe los procesos que tienen lugar en nuestro cerebro cuando nos damos cuenta de que nuestras respuestas no coinciden con las del grupo y cómo estos determinan que digamos, al final, lo que dice la mayoría.
Las teorías más modernas postulan que el aprendizaje por refuerzo se produce gracias a las señales de error de predicción, es decir, a la discrepancia entre la recompensa esperada y la obtenida. Esta señal "va guiando la toma de decisiones indicando la necesidad de ajustar un comportamiento", explican los autores.
Por otro lado, los estudios sobre conformidad, entendida como el cambio en el comportamiento de un individuo para ajustarse al de otros, sugieren que los mecanismos del aprendizaje por refuerzo subyacen también a este fenómeno. La hipótesis de trabajo de Vasily Klucharev y sus colegas de la Radboud Universisty Nijmegen (Holanda) es, precisamente, que cuando una persona se da cuenta de que su conducta se aleja de la del grupo su cerebro produce una respuesta similar a la del error de predicción que le indica que debe alterar ese patrón en el futuro.
Partiendo de esa base, elaboraron un experimento en el que 21 mujeres debían puntuar lo atractivos que les resultaban 222 rostros femeninos. Después de hacerlo, recibían la calificación que tenía como media cada una de esas caras en Europa. Durante esta fase, el cerebro de las participantes era observado mediante una resonancia magnética funcional.
Imágenes mediante resonancia magnética
En especial, los investigadores prestaban atención a dos zonas del cerebro. La región rostral singular, relacionada con el aprendizaje por refuerzo y las respuestas vinculadas con los errores, cuya actividad indica la necesidad de ajustar una acción cuando el objetivo no se ha alcanzado; y el núcleo accumbens, que interviene en el aprendizaje social y cuya actividad modulan las recompensas inesperadas.
Para comprobar si la opinión de la mayoría influía en las puntuaciones iniciales, 30 minutos después de la primera prueba las participantes calificaron de nuevo el atractivo de cada rostro pero esta vez sin recibir la información de la media europea. Tal y como era de esperar, "la opinión grupal moduló los juicios de los individuos incluso sin que el grupo estuviera físicamente presente", subrayan los autores.
Estos observaron, además, que cuanto mayor era la discrepancia entre la puntuación de un sujeto y la otorgada por el grupo más pronunciado era el efecto de conformidad.
El proceso mental experimentado por las participantes quedó perfectamente reflejado en la resonancia. Cuando se percataban de que la opinión del grupo difería de la suya, la región rostral singular se activaba, así como otras áreas cerebrales relacionadas con el procesamiento de errores. A su vez, el núcleo accumbens se apagaba, junto con otras zonas vinculadas con las recompensas. Una respuesta muy parecida a la señal de predicción de error.
Cuando más pronunciada era la activación y desactivación de las citadas estructuras más probabilidades de que el individuo adaptara sus respuestas a las del grupo, de que se conformara. "En otras palabras –señalan los autores- un conflicto con las normas sociales indica un error similar a la señal de aprendizaje por refuerzo que exige un ajuste del comportamiento".
Un apunte curioso de este estudio radica en la dimensión social de este tipo de conflictos. Cuando Klucharev y sus colegas sustituyeron la puntuación media europea por una elaborada por un ordenador el efecto de conformidad se atenuó. Las participantes no tomaban tan en serio la opinión del ordenador subrayando la naturaleza social del problema.