El canibalismo puede definirse como la acción o conducta alimentaria que tiene como objeto a individuos de la propia especie, generalmente crías de poco tiempo de vida. Se acepta en etología que el canibalismo no es la regla aunque se trata de una conducta que no es una excepción en la naturaleza.
Las razones del canibalismo están enfrentadas con el instinto de maternaje y ponen en tela de juicio nuestro concepto de una supuesta buena conducta maternal como sinónimo de lo natural.
Muy a menudo estas conductas vienen a representar o son la consecuencia de la falta de previsión en las nidadas, es decir del balance erróneo que la madre realizó en el momento de la fecundación entre recursos alimentarios y el tamaño de sus camadas o bien del balance erróneo que hace en el momento actual acerca de la disponibilidad de recursos. Esto parece suceder con los escarabajos en su hábitat natural que se alimentan de cadáveres de pequeños mamíferos a los que utilizan para poner sus huevos y disponer de un amplio potencial alimentario para alimentar a sus larvas. Todo parece indicar que en estas especies el canibalismo de la madre responde a un intento de equilibrar su despensa con el número de larvas a alimentar. El hecho de que sea precisamente la madre la que devore a sus crías no debe estremecernos, se trata del conocido ahorro y aprovechamiento que en la naturaleza puede observarse con respecto a los nutrientes superfluos.
Lo mismo sucede con las ratas y los hámsteres en cautividad, pero en estas especies cabe añadir un nuevo fenómeno. Es precisamente la desactivación de la agresividad reproductiva del macho la que induce a que sea la hembra la que dé cuenta de su actividad canibalística. En otras ocasiones será el acecho de un depredador el responsable de que la hembra, muerta de miedo, termine por devorar a sus propios hijos, antes de que sea el depredador el que se aproveche de la inversión energética que representó la crianza de su prole: nutrientes que servirán para que la hembra sea más cuidadosa la próxima vez en la elección de su madriguera. Eso parece suceder en algunas especies de peces guardianes de la nidada fecundada en el abrigo de las rocas, el macho defiende su descendencia pero si su nidada es atacada por un banco de depredadores, después de determinados esfuerzos críticos, desistirá y no es difícil que se ponga a devorar él mismo los mismos huevos que antes defendiera con vigor.
El caso más agresivo de canibalismo fratricida conocido se da entre los tiburones-toro y también en el gavilán. Aquellos comienzan su actividad caníbal ya mientras son embriones devorando a sus pequeños contrincantes e incluso alimentándose de los huevos fecundados en el interior de su madre. Los tiburones comienzan a desarrollar poderosos dientes ya en estado embrionario y es de suponer que la evolución ha ejercido una enorme presión en los depredadores marinos debido a que después del parto tienen que apañárselas solos sin esperar la ayuda de sus madres, como sucede en casi todas las aves donde son precisamente los hermanos los que arreglan el desaguisado cometido por su madre en relación con una nidada demasiado extensa en relación con los recursos alimentarios disponibles.
Existen periodos críticos para la emergencia de la conducta caníbal y tienen que ver con la mudanza de plumas o de pelaje. Al parecer estas modificaciones operan en las madres dificultando el reconocimiento de sus propias crías. Un reconocimiento que en los machos es incierto, por lo que en determinadas especies tiene que ser neutralizado con una potente desactivación de la agresión de los machos hacia todas las crías, tanto las suyas como las que no portan sus propios genes.
En los simios y chimpancés (Goodhall 1994) la conducta caníbal es tan rara y por la misma razón tan vinculada a otro tipo de pulsiones instintivas distintas al hambre que hasta hace poco ni siquiera las conocíamos. Un adulto macho o un grupo de machos después de una cacería infructuosa pueden agredir a una madre y a su cría y devorarla por completo siempre que se cumplan las siguientes condiciones: 1) la cría sea un macho, 2) la madre sea una reciente incorporación al grupo o se trate de una hembra que se encuentra explorando un nuevo territorio y 3) exista una apreciable duda de que el bebé no es hijo de los agresores.
En este caso es posible suponer que la conducta caníbal no está mediada por el miedo, la falta de recursos o el hambre sino por el rango y la territorialidad de los machos dominantes que se aseguran así un competidor menos para el día de mañana. La misma conducta y las mismas motivaciones podemos encontrar en los leones (Bertram 1975)
De lo dicho se desprende que el canibalismo es un programa (una subrutina) atávico que puede activarse a través de impulsos que nada tienen que ver con el instinto alimentario sino con 1) el miedo intenso, 2) la prospección negativa de recursos alimentarios, 3) la competencia agonística entre hermanos, 4) el rango y la territorialidad. y por supuesto aunque en último lugar, 5) el hambre.
En los humanos se ha considerado que tanto el filicidio como el fratricidio como las conductas subordinadas con este programa innato, el maltrato de menores o el abandono de los mismos tienen que ver con ese programa que hemos llamado canibalismo y que entre nosotros es aún una excepción más infrecuente que en los animales, sometidos como estamos a amplios controles e inhibiciones culturales y también a las soluciones que nos propone la moderna ginecología. Pero no debemos olvidar de que si el canibalismo es un poderoso tabú en la especie humana es porque es atractivo.
Nuestra especie comenzó siendo carroñera y el canibalismo -sobre todo dirigido a mujeres o crias- no debió ser raro a juzgar por los severos controles arcaicos que han llegado hasta nosotros. Asi y todo es posible especular que el canibalismo no es una estrategia alimentaria eficaz porque entraba en contradicción con los principios solidarios de una comunidad cavernicola y porque destruia los posibles vinculos de seguridad y cooperación. Pero asi y todo existen numerosos ejemplos de canibalismo humano recientes como en el sitio de Leningrado, los supervivientes de los Andes en 1972 o durante la guerra de los treinta años (1618-1648), escenario de uno de los casos masivos de canibalismo humano del que tenemos noticia.
Sin embargo existe un fenómeno nuevo en nuestra especie y más allá del canibalismo por hambrunas o el canibalismo ritual o afectivo -responsable del paso de
priones a la especie humana como en el
caso del kuru- que conocemos en algunas tribus primitivas donde la conducta caníbal tiene que ver con la incorporación mágica de aspectos del fallecido.
Me refiero más concretamente al canibalismo sexual del que recientemente hemos conocido un caso: el de
Arwin Meiwes que se comió a un voluntario partenaire –Bernd Brandes- al que conoció a través de un chat de Internet. ¿Qué sucede cuando una persona se pliega a ser devorada consensuadamente por otra, adulto como él? Al margen de las paradojas juridicas que plantea este caso quisiera señalar algo nuevo en relación con este asunto. ¿Qué tiene que ver el canibalismo con la sexualidad? ¿Es que estamos frente a una perversión nueva?
Si algo puede ser imaginado por una persona se hará. Sólo aquello que no puede ser imaginado no llegará a realizarse. En mi opinión el caso del canibal alemán -como se conoce ya a este caso y que no es el único que conocemos en los ultimos años- puede explicarse mediante la confluencia de dos fenómenos, uno viejo y otro nuevo.
El fenómeno viejo es el
sadismo sexual, una forma de parafilia que consiste en obtener gratificación sexual sólo con la condición de hacer daño a otra persona. Naturalmente no todos los “sádicos” llevan a cabo sus fantasias sádicas, de hecho este tipo de fantasias son muy frecuentes entre los hombres y sólo una pequeña minoría las lleva a cabo, aunque no son en absoluto ajenas a la psicología normal.
¿Pero por qué llamarle sexual a esta practica? ¿Qué tiene que ver con la sexualidad?
Naturalmente no estoy empleando aquí la palabra sexual en el sentido de genitalidad, la palabra sexual debe entenderse como sinónimo de libido. Como la libido que habita en ese lugar que he llamado pulsión y que se caracteriza por la repetición, la destructividad y la oscuridad de sus propósitos que nada tienen que ver con la adaptación que el deseo humano propicia. Para entender mejor las relaciones y diferencias entre instinto, pulsión y deseo remito al lector a este
post.El fenómeno nuevo es precisamente lo que favorece que este tipo de fantasias se lleven a cabo: me refiero a Internet. La aldea global disemina, favorece y legitima todo tipo de goce a través del conocimiento de ese otro que a su vez se erige como el complemento ideal. Sin un
Bernd Brandes , el sadismo sexual de su agresor habría quedado seguramente como un ejercicio fantásmatico individual. Los psiquiatras no pudieron decidirse a favor de diagnosticar una enfermedad mental y tal y como sucedió con el caso de
Issei Sagawa no fue posible tampoco encontrar indicios de enfermedad mental alguna. Lo que nos lleva a una conclusion inquietante: una persona es capaz de cometer los crimenes más abyectos en ausencia de locura y sólo a partir de un goce individual que consiste precisamente en infringir dolor a otra persona. El problema se complica cuando además este goce es consensuado.
Para aquellos que quieran profundizar en el caso del canibal alemán puede consultar la opinión de
Hugo Marietán ,experto en psicopatías.
Desde la psiquiatría sólo podemos llegar a una conclusión segura: Arwin Meiwes, es un psicópata, descartada la psicosis es absolutamente imputable, cosa distinta a su victima quien seguramente era un psicótico suicida. ¿Pero cómo podemos entender mejor los mecanismos que operan en la mente de una persona asi?
Tenemos que echar mano del psicoanálisis si queremos entender mejor los mecanismos que operan en la mente del asesino devorahombres. Para el psicoanálisis Arwin Meiwes es un perverso, contiene una
estructura mental perversa y daré en este momento la definición que daba a Lacan a la perversión: “perverso es todo rasgo que escapa a la castración”. Se impone pues una pequeña explicación acerca de qué cosa entienden los psicoanalistas como castración.
Para el psicoanalisis “castración” significa la sumisión a un determinado orden falocéntrico, es decir lo que en terminos mitológicos podriamos llamar la ley del padre y que instituye individualmente el
complejo de Edipo cuyas consecuencias inmediatas son la prohibición del parricidio y del incesto. Significa que el niño sometido a esta presión por su conocimiento de la diferencia entre los sexos tiene que posicionarse respecto a este nuevo saber. Las operaciones mentales que hacen los niños y niñas normales son tanto el conocimiento como la aceptación de esa diferencia, pero aun caben otras maniobras, una de ellas es la denegación. La denegación es un saber sin saber, es un no querer saber aunque se sepa, se trata de un mecanismo muy frecuente en los niños (y tambien en los adultos) es lo que todos hacemos con la muerte, con nuestra propia muerte, sabemos que moriremos pero nadie se preocupa demasiado por ello, vivimos de espaldas a nuestra muerte. Cuando un niño utiliza un osito de peluche para tranquilizarse al ir a dormir también está haciendo uso de este mecanismo, el niño sabe que el peluche no es la madre pero le sirve al propósito de irse a la cama sin temor “como si” fuera la madre. Hay sin embargo usos menos benéficos para el psiquismo humano de este mecanismo de la denegación, es el caso de que lo que estemos denegando -como hacen los perversos- sea la diferencia sexual propiamente dicha. En este caso los niños pueden presuponer que las mujeres tienen pene o que los hombres están castrados o pueden llegar a estarlo. El uso de este mecanismo opera grandes cambios en la cadena de asociaciones que tienen lugar en los temas sexuales, el individuo por ejemplo desarrolla un miedo y un odio especifico a las mujeres y como en este caso sus preferencias derivan hacia la homosexualidad y hacia fantasias regresivas :comerse a un compañero de clase ya a los 8 años de edad.
Es además destacable el hecho de que viviera sólo en un viejo caserón con su madre como aquel personaje “entrañable” encarnado por Anthony Perkins en la pelicula de Hitchcock “Psicosis”. Un hogar sin padre, sin diferencias sexuales, ¿qué sucedió entre Arwin y su madre durante el tiempo en que vivieron juntos? ¿Por qué el crimen se comete precisamente después de que la madre muera? ¿Qué clase de soporte brindó la madre a su hijo durante el tiempo en que vivió? No lo sabemos, pero es más que evidente que el crimen sucede después de la muerte de la madre, lo que significa que muy probablemente ejerció sobre su hijo un papel de compensación en esa dificil y siniestra estructura de Arwin.
El psicoanálisis siempre defendió la idea de que la libido pasa por una serie de fases antes de alcanzar la plena fase genital donde se pone al servicio de la reproducción. Mi hipótesis es que Arwin quedó detenido en una fase libidinal conocida como oral-destructiva o canibalistica, una fase que la mayor parte de los niños superan en cuanto son destetados y comienzan a gatear alcanzando entonces el umbral de la fase anal. Sea por fijación libidinal o sea por regresión posterior Arwin “decidió” en algun momento de su vida no querer saber nada de la castración y de la diferencia sexual, quizá como una forma de no llegar a devorar a su propia madre o a ser devorado o poseido por ella.
Se creó asi un “
objeto transicional”, en el sentido que Winnicot daba a esos peluches imaginarios que los niños construyen. En el caso de Arwin ese niño imaginario -el hermano que nunca tuvo y que le hubiera alejado de una relación demasiado estrecha con su madre- tuvo que tener una existencia sólo virtual y es el fantasma que le hace sostener toda su estructura perversa que muy probablemente estaba destinada a proteger a su madre de sus impulsos incestuosos o canibalisticos-incorporativos.
Sólo al morir la madre y faltarle pues el nudo de la defensa es cuando Arwin
pasa al acto su fantasia devoradora y lo hace además buscando un voluntario.
El caso es que lo encontró.
Se trata efectivmente de un caso extremo muy próximo a la psicosis a la que bordea en el familiar fantasma del desmembramiento.
Cuando se inicia una psicosis lo hace de una manera brusca, abrupta, se trata de una experiencia de desgarro de la identidad, de una experiencia inefable que no tiene nombre, entraña por tanto perplejidad y simultáneamente con ella la convicción por parte del sujeto que la experimenta de que está concernido por ella, que le alude personalmente. La angustia que siente el psicotico en su inicio es una angustia prehumana, algo que no puede nombrarse por hallarse fuera de las representaciones habituales con que solemos nombrar a nuestra ansiedades más conocidas. Esta angustia psicótica es una angustia de desmembramiento, de fragmentación, debe ser una de las experiencias humanas más terribles que se pueden llegar a sentir. Muchos psicoticos ante esta situación tratan de deformar esta sensación para hacerla más soportable y una de las ideas más cercanas para oponerse a la fragmentación es apelar a la fusión. Fragmentación y fusión son experiencias psicóticas que puede aparecer juntas o simultáneamente, se trata de representaciones enlazadas.
Sabemos por su declaración que Arwin vivió desde los 8 años perseguido por este fantasma de desmembramiento aunque no lo sentía en si, sino que gozaba en imaginarlo proyectado en un otro, en sus compañeros de colegio o en su amigo-hermano imaginario, nunca en sí mismo o en su madre. Y ahora es el momento de aclarar qué cosa es “un fantasma”.
El fantasma es el nombre técnico que se le da a una fantasia inconsciente o consciente que persigue al sujeto constituyéndose en una compañía habitual y que dirige y organiza toda la vida del mismo. En este caso sabemos que el fantasma de Arwin es un fantasma sexual al que evocaba a través de videos y peliculas de zombies y de terror para excitarse. No se trataba pues de un fantasma que aterrorizara al sujeto sino que era buscado con placer terminando por invadir toda la vida íntima del paciente. Este omnipresencia del fantasma tiene que ser explicada por medio de la regresión.
La regresión es un mecanismo de defensa descubierto por Freud mientras trataba de explicar porque algunos sueños en lugar de soñarse se convertian en alucinaciones, es decir se presentaban en estado de vigilia en sus histéricas. Freud explicó que la regresión representaba un contenido inconsciente pero que en lugar de elaborarse durante el sueño y deformarse a través de la censura tomaba el camino inverso, hacía -por asi decir- marcha atrás desde lo inconsciente hacia el organo sensorial receptor. En el caso de una alucinación visual el organo sensorial sería el ojo, pero no hace falta que el fantasma se vea en forma alucinatoria porque los seres humanos estamos dotados de un registro adicional para tamponar la realidad. Este registro adicional fue llamado por Lacan el registro de lo imaginario, todo lo que soñamos, imaginamos y fantaseamos sucede en el registro imaginario.
Es precisamente ahi donde habitan los fantasmas y es precisamente porque alcanzaron al organo sensorial desde el inconsciente por regresión de donde extraen su fortaleza y su vigor. Nótese que todo producto regresivo no pasa por el preconsciente y elude la censura o por decirlo en terminos de vigilia por el
Superyó. Se trata pues de algo que ha eludido la prohibición edipica, se trata de una pulsión que ha conseguido evitar los controles morales del sujeto. No es de extrañar pues que los contenidos que proceden del inconsciente tengan ese poder de atracción sobre el sujeto y al mismo tiempo sean tan “infantiles” pues de sexualidad infantil se compone el incosnciente, de una sexualidad pregenital.
De manera que podemos resumirlo asi: el sujeto se encontraba dominado desde su infancia por un fantasma de desmembramiento-fusión que proyectó en un otro imaginario. Se trataba de un goce individual idiosincrásico -como todo goce perverso- que consistía en imaginar que mataba y desmembraba a alguien hasta el punto en que se especializó exactamente en esta fantasia sexual desplazando a todas las demás.
Durante muchos años vivió entregado a esa fantasia hasta que al morir la madre la llevó a la practica al encontrar por Internet un partenaire que se acoplaba de forma invertida y pasiva a su fantasia.
El papel de la muerte de la madre es pues fundamental porque casi con toda seguridad la madre, era el objeto a quién iban dirigidas estas fantasias en su origen descontadas todas las sustituciones lógicas para preservar el tabú. Su desaparición propició que el fantasma se hiciera carne y se realizara en el acto criminal que ya conocemos, pues el fantasma sólo desaparece cuando se le atraviesa en lo real.
Lo que hemos aprendido de este caso es que la perversión puede estar a veces muy cerca de la psicosis y quizá sea una forma de evitar el desmembramiento psicótico que seguramente Arwin evitó al inventarse un hermano imaginario sobre el que construir y
proyectar lo que de otra forma hubiese sido un delirio. Con toda seguridad Arwin evitó asi la psicosis y el desmembramiento en su cuerpo y a través del sacrificio de su partenaire reconstruyó en un plano trascendente su desgarro.